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Cálculos biliares

en el hígado

¿Sabías que la mayoría de las enfermedades de hoy en día son el fruto de la mala alimentación y del poco cuidado que le brindamos a nuestro cuerpo, a nuestro organismo y a nuestro espíritu?

Muchas personas creen que las piedras sólo pueden producirse en la vesícula biliar. Se trata de un mito muy extendido. La mayoría de los cálculos se forman en el hígado y relativamente muy pocos en la vesícula. Este juicio se puede verificar fácilmente cuando uno mismo se realiza un lavado de hígado; los resultados de una limpieza de hígado hablan pos sí mismas.

 

 

Ninguna prueba científica ni explicación médica pueden dar a la limpieza hepática más valor

del que ya tiene.

 

Cuando vemos los cientos de cálculos de color beige o verde, marrón o negro en la taza del inodoro tras el primer lavado de hígado, intuitivamente sentimos que algo sumamente importante está ocurriendo en nuestra vida. Si queremos satisfacer nuestra curiosidad, podemos llevar las piedras expulsadas a un laboratorio para que las analicen o preguntar al médico de cabecera qué opina de ellas. El médico "puede" que apoye nuestra decisión de curarnos por nosotros mismos, o bien decirnos que eso es ridículo o incluso desaconsejarnos de lo hagamos.

 

Sin embargo, la experiencia más significativa es hacerse responsable de la propia salud,

quizá por primera vez en la vida.

 

Será la decisión más afortunada que podamos tomar.

 

Se calcula que un 20% de la población mundial desarrolla cálculos en la vesícula en algún momento de su vida; muchas de estas personas optaran por hacerse extirpar quirúrgicamente este importante órgano. Esta cifra estadística no tiene en cuenta, sin embargo, las numerosas personas que desarrollar cálculos (o que ya los tienen) en el hígado.

 

Los cálculos en el hígado son el principal impedimento para adquirir y mantener una buena salud, lozanía y vitalidad. Las piedras son realmente una de las principales razones por las que enfermamos. 

 

Tal vez la negativa a reconocer o a aceptar que la formación de cálculos en el hígado es un fenómeno extraordinariamente común sea uno de los puntos de vista más desafortunados en el mundo de la medicina. El hecho de confiar tan extremadamente en los análisis de sangre para realizar un diagnóstico, como hace la medicina convencional, es realmente una gran desventaja para la salud hepática. La mayoría de las personas con una dolencia física de uno u otro tipo pueden presentar niveles normales de enzimas hepáticas en la sangre, a pesar de tener el hígado congestionado. Esta congestión es uno de los problemas de salud más importantes, sin embargo, la medicina convencional raramente la nombra ni tampoco tiene un modo fiable de detectar y diagnosticar esta dolencia.

 

Los niveles enzimáticos en el hígado sólo alcanzan elevadas cotas cuando la destrucción de las células del hígado está en un proceso avanzado, como ocurre en el caso de la hepatitis o la inflamación del hígado. Las células hepáticas contienen gran cantidad de enzimas. Cuando cierto número de células hepáticas están destruidas en la sangre se pone de manifiesto la presencia de enzimas. Detectado a través de un análisis de sangre, este incremento enzimático indica un mal funcionamiento del hígado. En ese caso, el daño ya está hecho. Para que ese daño se ponga de manifiesto tienen que transcurrir muchos años de congestión hepática crónica.

 

Si asumimos que los cálculos hepáticos contribuyen a la aparición o a agravar cualquier tipo de enfermedad y seguimos algunos sencillos pasos para eliminarlos, tomamos la iniciativa de recuperar nuestra salud y nuestra vitalidad de modo permanente. Tener un hígado limpio equivale a albergar una nueva esperanza de vida.

 

Algunos ejemplos que indican la extrema importancia de tener un hígado limpio:

 

  • Prácticamente todas las enfermedades están causadas  de modo directo o indirecto por la congestión de los conductos biliares y de la vesícula.

 

  • La bilis tóxica estancada es el origen de la mayor parte de los problemas digestivos.

 

  • La congestión de los conductos biliares hepáticos puede hacer que cualquier sustancia química inocua se convierta en cancerígena y se extienda después por todo el cuerpo.

 

  • Un mal funcionamiento del hígado puede bloquear el 70% del flujo sanguíneo al corazón.

 

  • El hígado es el responsable de la lucidez mental y de la estabilidad emocional.

 

  • El hígado puede verter proteínas en el sistema linfático y provocar millares de reacciones en el sistema inmune, desde alergias hasta enfermedades autoinmunes y desde resfriados hasta tumores cancerígenos.

 

  • Las enzimas hepáticas pueden convertir las hormonas esteroides del propio cuerpo en hormonas beneficiosas o letales. Estas últimas pueden causar un cáncer en los órganos reproductores de la persona afectada.

 

El hígado es el órgano o glándula más grande de nuestro organismo. Puede llegar a pesar 1.400 grs., está situado detrás de las costillas, en la parte alta del abdomen, a la derecha, y ocupa casi toda la anchura del cuerpo. Es responsable de cientos de funciones diferentes, el hígado es, además, el órgano más complejo y activo del organismo.

 

Puesto que el hígado es el encargado de procesar, convertir, distribuir y mantener el suministro de “combustible” necesario y vital para el cuerpo –nutrientes y energía, por ejemplo–, cualquier fenómeno que altere esas funciones tiene por fuerza que afectar gravemente a la salud de este órgano y de todo el cuerpo. Las mayores alteraciones se deben a la presencia de cálculos.

Además de producir colesterol –un componente esencial de todas las células del organismo, de las hormonas y de la bilis–, el hígado también genera hormonas y proteínas que determinan la manera de cómo el cuerpo funciona, crece y se cura. Además, desarrolla nuevos aminoácidos y convierte en proteínas los ya existentes. Esas proteínas son los cimientos de las células, hormonas, neurotransmisores, genes, etc. Otras funciones esenciales del hígado consisten en descomponer las células viejas y gastadas, reutilizar las proteínas y el hierro y almacenar vitaminas y nutrientes.

 

Como podemos imaginar los cálculos representan un peligro para todas estas funciones vitales.

 

Además de metabolizar el alcohol presente en la sangre, el hígado elimina la toxicidad de las materias nocivas, bacterias, parásitos y ciertas sustancias de los fármacos. Este órgano utiliza enzimas específicas para transformar la materia de desecho o nociva en sustancias que el cuerpo pueda eliminar sin peligro. Además el hígado filtra más de una cuarta parte de la sangre cada minuto. La mayor parte de los productos de desecho filtrados se eliminan del hígado por medio del flujo biliar. Si hay cálculos que obstruyan los conductos biliares, la bilis se vuelve tóxica y eleva los niveles de toxicidad en el hígado y, finalmente, en todo el cuerpo. Este proceso se acentúa aún más con la ingesta de medicamentos, que normalmente se descomponen gracias a la actividad del hígado. La presencia de cálculos impide su desintoxicación, lo cual puede producir una “sobredosis” y efectos secundarios devastadores, incluso si se administran en dosis normales. Eso significa también que el hígado está amenazado por la acción de los productos de descomposición de los medicamentos sobre los que actúa. El alcohol que no sea debidamente desintoxicado por el hígado puede dañar gravemente o destruir células hepáticas.

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Cálculos biliares

Vídeo realizado, a partir de los estudios realizados por Andreas Moritz, publicado en su libro

"Los secretos eternos de la salud', 2008. 

 

 

Fuente:

Andreas Moritz, Los secretos eternos de la salud, 2008. 
http://www.doctorvid.com/especialidades.php?action=ver_articulo&id=185

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