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       crudos

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El no comer alimentos crudos o vivos (alimentos biogénicos que mantienen la vida) o consumir cantidades insuficientes provocará diversos desórdenes (como carencia enzimática) cuyas repercusiones serán importantes y múltiples en el organismo.

Los alimentos crudos son alimentos no cocidos que se deben elegir de preferencia de origen orgánico. Ellos aportan los nutrientes vivos necesarios para el buen funcionamiento de nuestro organismo. Su consumo diario es indispensable. Las frutas crudas aguadas, como la manzana, la pera, la naranja y la mandarina, no deben ser consumidas durante las comidas, ya sea al principio o al fin, puesto que su asociación con otros alimentos (tales como feculentos o cereales) es fuente de problemas digestivos que ocasiona hinchazones, gases, diarrea y otros trastornos de la salud.

 

Los alimentos comprenden, entre otros: las lechugas, las zanahorias, las veteranas, el apio, los nabos, los repollos, los pepinos, el perejil, los rábanos, los granos germinados (o los brotes de girasol, de lentejas, de trigo, de cebada, de alfalfa, de soja, de hinojo, etc.), las algas marinas, los oleaginosos (como las almendras, las nueces o los granos de sésamo).

 

Su papel

 

Como alimentos vivos, los alimentos crudos aportan varias vitaminas naturales (A, B, C, E, etc.), oligoelementos, minerales y numerosas substancias biológicas (como enzimas, bioflavonoides, polifenol, polisacárido, antocianina, carotenoides) teniendo como rol el de estimular el sistema inmunitario, de proteger y de frenar el proceso de oxigenación celular, de controlar y de frenar los mecanismos inflamatorios,  de reforzar las venas, las arterias y los capilares. Contribuyen, igualmente a neutralizar los metales pesados que afectan el organismo.

Es interesante enumerar todos los ámbitos en los que intervienen.

  • reequilibrio del pH del organismo (equilibrio entre los ácidos y los alcalinos), puesto casi todas las verduras frescas (excepto el rumex, el ruibarbo, la acelga o la pera) son alcalinizantes;

  • aumentación del volumen del bolo alimenticio y del bolo fecal, lo que facilita el tránsito y evita la constipación;

  • estimulación de la secreción de las glándulas digestiva y de la peristalsis intestinal por fricción contra la pared de la mucosa intestinal;

  • disminución de la absorción digestiva de los lípidos y de los glúcidos y, en consecuencia, participación a la regulación del peso (regulación de la glucemia);

  • reducción de la absorción de tóxicos y, gracias a sus fibras, papel protector fijando y eliminando substancias indeseables e incluso cancerígenas provenientes del metabolismo;

  • hidratación del bol fecal;

  • aporte de una sensación de saciedad al llenar el estómago, lo que permite evitar el exceso de alimentos glucido-lípidos o proteínicos;

  • aceleración del transito gracias a las fibras, de ahí la disminución de tiempo de contacto entre la mucosa intestinal y de eventuales tóxicos.

 

La celulosa de los alimentos crudos permite asegurar una flora aeróbica de fermentación a lo largo del intestino delgado. Las fibras que ocultan glúcidos favorecerán la presencia la presencia de bacterias buenas a partir de la segunda parte del intestino delgado hasta el intestino ciego (fin del intestino delgado) donde alcanzan su intensidad máxima. Impedirán así la flora de putrefacción desarrollarse y extenderse, lo que constituye una de las principales fuentes de desequilibrios patógenos de la flora intestinal. El fenómeno de putrefacción comienza normalmente a partir de la segunda mitad del colon transverso y a lo largo de todo el colon descendente.

 

Los alimentos crudos permiten entonces un equilibrio de la flora intestinal.

 

Esta última tiene como tarea:

  • estimular y reforzar la inmunidad local y general;

  • facilitar la síntesis de las vitaminas en el intestino, especialmente las de los grupos A y K;

  • mejorar la digestión y la asimilación de nutrientes y minerales;

  • favorecer la digestión de la lactosa (azúcar de la leche que los intolerantes no pueden asimilar);

  • evitar las flatulencias, los gases intestinales, las diarreas y las constipaciones.

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enzima

 

 

Fuente:

Mon alimentation mon meilleur médecin, Eric Darche, ed testez, Francia, 2009.

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