Entender simplemente la vida
Entender por qué vivimos, de dónde venimos, por qué estamos aquí, qué hacemos aquí y a dónde vamos, son respuestas que siempre hemos querido tener. No es fácil descifrar este puzzle tan complejo y tan simple a la vez como la palabra VIDA.
Entender y descifrar este puzzle puede ser muy importante. Puede ser como encontrar la combinación
para abrir la caja fuerte que custodia todo un tesoro.
La Vida comienza con un pulso de energía, que nace de una onda ondulatoria que vibra con una frecuencia determinada haciendo un recorrido de lo más sutil a lo más denso. En este recorrido de lo sutil a lo material han existido infinitos estados vibracionales, desde un punto de luz seguido por un In-fotón (información y energía) continuando como partícula, luego como una molécula para terminar en un cuerpo material o algo perceptible a nuestros sentidos, dicha materia esta compuesta por un conjunto de moléculas que se mantienen atraídas gracias a su sintonía vibratoria (sincronicidad) y su campo electromagnético que mantiene su unión.
Todo comienza en la Divinidad para llegar a concretar el Universo. Diferentes estados vibracionales, de lo más simple a lo más complejo, de lo sutil a lo concreto, desde un pensamiento a la materia, así comienza la Vida.
Todo comienza por la voluntad, luego la intención, para terminar en una acción y si se tiene un buen resultado terminará siendo un deseo realizado o un pensamiento concretizado. Así nos pasamos toda la vida, creando deseos, uno tras otro, no todos terminan en buen puerto, es parte de la vida, así funciona la vida.
Todo es cuestión de energía y frecuencia. Cuando la energía es materializada podemos percibirla con nuestros cinco sentidos, con esta percepción se nos pierden muchos elementos que pueden ser muy trascendentales en nuestras vidas. Existen otros sentidos que pueden captar la energía más sutil, esas energías que no están materializadas en lo físico, que están en el plano etérico. Esas energías sutiles pueden ser percibidas con el corazón, también con otros sentidos que debiéramos conocer y potenciar, uno de ellos es la intuición.
Si la vida la pudiéramos percibir con nuestros cinco sentidos, con el corazón y con los otros sentidos, descubriríamos el verdadero sentido de la vida, y tal vez responderíamos a las preguntas que nos hicimos al principio, por qué vivimos, de dónde venimos, por qué estamos aquí, qué hacemos aquí y a dónde vamos.
Una analogía para entender dónde comienza la vida, podríamos representarla por el deseo o la idea de un arquitecto para construir un edificio. Todo comienza por el deseo (voluntad), para pasar a la elaboración del plan o planos (la intención) y comenzar la construcción (la acción). Todo fue un proceso energético que tuvo varios estados de vibración, de lo más sutil (pulso) a lo más concreto, (el edificio). Percibido por nuestros cinco sentidos seria ver su estructura física.
Otra analogía sería ver la obra artística de un pintor. Si observamos un cuadro podemos apreciar con nuestros cinco sentidos: la materia, algo físico, tela, pintura, colores, dimensión, etc., algo completamente real para los cinco sentidos. Para ver lo que quiso mostrar o interpretar el pintor realmente debemos utilizar otros sentidos, (corazón, intuición y otros). Recién en ese estado de percepción vibracional, podemos entender e interpretar su obra completa. En este estado podemos apreciar dos hechos muy importantes: el primero: la percepción de la materia, algo tangible (energías solidificadas); el segundo: la percepción de lo intangible, de lo inmaterial (energía sutil). La interpretación de nuestra percepción con respecto al cuadro, estará acondicionada a nuestro conocimiento y nuestra conciencia del arte. Podemos ver la belleza, el amor, la pasión y todo aquello que plasmó el pintor y que sólo será reflejado en nuestra imaginación.
En la actualidad, una gran parte de la humanidad percibe la vida solamente con sus cinco sentidos, quedando así inhabilitada para apreciar, sentir y percibir todo aquello que sí existe, que vibra en otra frecuencia y que puede apreciarse con nuestro corazón, con el Alma, con Amor. Todo esto está fuera de nosotros como materia.
Si comprendemos que somos parte de la Divinidad y del Universo, que somos una unidad (el SER), y que somos parte de una totalidad (la Vida), y si observamos la totalidad con una nueva vibración, con otra frecuencia, con otro lente, descubriremos que la vida es una totalidad que tiene dos polos que no son opuestos sino complementarios. La vida tiene un polo tangible y el otro intangible, tiene un lado mortal y otro inmortal y dentro de este recorrido existen infinitos estados vibracionales, de lo sutil a la materia, y todos los estados hacen parte de la misma totalidad.
La Vida, la existencia, la creación, la energía, etc., la podemos llamar de muchas formas, sin embargo, cualquiera de ellas siempre tendrá la misma estructura: dos polos. Trataremos de explicar de forma simple y comprensible esta polaridad:
La Divinidad es un polo y el Universo es su polo opuesto, sin embargo siempre serán complementarios.
La Divinidad: se rige por estados muy especiales donde no existe el tiempo ni el espacio, es la eternidad, es infinita, es la luz divina, es donde comienza el deseo de la existencia, aquí donde todo comienza y todo termina para volver a comenzar. Este lugar, en Sánscrito se define como el “Logos”, para nosotros sería “la morada de Dios”, si pudiéramos darle un nombre con toda nuestra devoción, nuestro reconocimiento y respeto.
El Universo: se rige por leyes, conocidas como “leyes universales”. Existen muchas interpretaciones. Todas las civilizaciones que han existido y las existentes hoy en día en este planeta, han manifestado su conocimiento y comprensión del funcionamiento del Universo. Estas leyes las podemos conocer en la interpretación más difundida en la actualidad, “El Kybalion” documento que resume en siete principios o axiomas. Las enseñazas herméticas, su autoría se le atribuye a Hermes Trismegisto “Hermes, tres veces grande”.
Este Universo, donde la energía se ha manifestado en vida física o materia, donde bajo estas leyes todo funciona en equilibrio y armonía. Aquí todo está conectado, es un sistema. Cada unidad depende de la totalidad. Si pudiéramos explicarlo en términos simples, diríamos que nuestro ADN hace parte de un sistema llamado célula, que nuestras células hacen parte de un sistema llamado órgano, que nuestros órganos hacen parte de un sistema llamado cuerpo, que nuestro cuerpo hace parte de un sistema llamado humanidad, que nuestra humanidad hace parte de un sistema llamado planeta, etc., hasta el infinito. Esta totalidad no tiene limites ni hacia arriba, ni hacia abajo. Todos estos sistemas están sujetos a las mismas leyes universales. En algunos casos es imposible apreciarlo con nuestros medios: nuestros sentidos, nuestra ciencia y tecnología, y tampoco por nuestro estado vibracional ni por nuestra percepción tridimensional. Para llegar a apreciarlo debemos cambiar de vibración y de dimensión. Hay muchos Seres humanos que lo han logrado, los iniciados, maestros, científicos, religiosos, espiritistas, chamanes, por ejemplo.
Los siete principios o axiomas, como están descritos en el Kybalión, son:
Mentalismo. El Todo es mente: el universo es mental.
Correspondencia. Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba.
Vibración. Nada está inmóvil; todo se mueve; todo vibra.
Polaridad. Todo es doble, todo tiene dos polos.
Ritmo. Todo fluye y refluye; todo tiene sus períodos de avance y retroceso.
Causa y efecto. Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa.
Género. El género existe por doquier; todo tiene su principio masculino y femenino.
Si comprendemos que somos parte de la totalidad que acabamos de describir, entenderemos fácilmente que nuestra vida esta sujeta a estas leyes “universales” por lo tanto el aceptarlas, respetarlas y aplicarlas nos permitirá llevar una vida armoniosa, equilibrada, y en plenitud. De lo contrario, no solamente será imposible llevar una vida plena, sino que además estará llena de problemas y de fracasos.
Es importante saber que nuestra vida es una polaridad compuesta por un polo que es el Espíritu (Divinidad) y el otro polo es el cuerpo físico o materia (Universo). Ambas partes, el Espíritu y el cuerpo, forman parte de una unidad que es representada por el SER. Esta polaridad del Ser “humano”: un polo espiritual y otro polo físico, tiene comportamientos y propósitos totalmente diferentes, sin embargo éstos son complementarios.
El cuerpo físico: está compuesto por la triada “cuerpo físico, cuerpo emocional y cuerpo mental”, está afecto a las leyes universales.
El cuerpo Espiritual: compuesto por la triada “Consciencia, Amor y Alma, está afecto a las leyes Divinas, o leyes de Dios.
Ahora podemos entender la importancia de saber que somos “Espíritu que se manifiesta en un cuerpo físico”. No somos un cuerpo que tiene un espíritu. A nuestra vida corporal la precede una voluntad, una intención y un acto que comienza en un punto de luz (in-foton) el cual adquiere diferentes estados de vibración energética para finalmente llegar a formar un cuerpo físico.
Es importante señalar que en esta ocasión hablaremos solamente de dos partes de nuestra vida o existencia (Espíritu y Cuerpo), no corresponde hablar de todos los cuerpos que en general se resumen en siete ni tampoco de sus subdivisiones correspondientes.
Como mencionamos, el cuerpo físico se rige por las leyes universales, y el cuerpo espiritual se rige por las leyes Divinas, ambos tienen comportamientos muy diferentes, pero son complementarios, forman parte de una unidad, a la “vida existencial” representada por el SER.
Trataremos de explicar de una forma simple y comprensible la diferencia entre el cuerpo espiritual y el cuerpo físico, su importancia, la incidencia de uno sobre el otro y su proceso de involución y evolución.
Nuestra vida comienza por un pulso energético que se inicia en la Divinidad, nace de una vibración sutil con toda la información necesaria para iniciar un recorrido de existencia eterna, este proceso tiene dos etapas. La primera: “proceso involutivo” pasando por diferentes estados de vibración, de lo menos sutil a lo más denso hasta convertirse en una vida sólida o física (un embrión). Si pudiésemos representar este proceso en una analogía compresible y física sería el ADN con toda la información para generar un cuerpo físico con todas sus células y órganos para finalmente formar un sistema complejo que vendría siendo el cuerpo humano.
Una vez depositada en un cuerpo sólido (vida física), esta vibración energética, sutil, comenzará el segundo proceso: “proceso de evolución” (un proceso de regreso al punto de inicio de donde fue creado), hacia la Divinidad.
Este proceso de evolución estará compuesto por muchas etapas que tendrán como meta regresar al punto de partida. Cada etapa estará representada por cada vida terrenal que nos toque vivir, (cada reencarnación). Este recorrido de muchas vidas terrenales tendrá como objetivo comprender la pureza de nuestro origen, obtener una consciencia absoluta de lo que es la vida Espiritual y la vida Física (entender lo Divino y el Universo).
Cada vida terrenal será un objetivo específico, con sus propias metas. Estas metas y objetivos serán la superación en consciencia de cada vida anterior. Podemos resumir que cada vida terrenal (cada encarnación) es el proceso de superación en consciencia, desarrollo, crecimiento y evolución espiritual, hasta entender las preguntas que nos hicimos al comienzo de este artículo. Este proceso lo llamaremos evolución de diferentes estados de conciencia, lo que nos diferencia con los otros reinos de existencia (mineral, vegetal y animal). Este proceso puede tener cientos de vidas carnales (reencarnaciones), miles de años, hasta llegado el momento de no necesitar reencarnar. Es el proceso evolutivo que han hecho todos nuestros maestros iniciados como ejemplo: Jesús, Buda, Confucio, y muchos más.
Funcionamiento de la vida corporal o física y funcionamiento de la vida espiritual:
La vida corporal está afecta a las leyes universales y está representada por el SER. El SER es el representante del Universo. El Ego es la individualización del SER.
La vida Espiritual está afecta a la Divinidad y está representada por el Espíritu. El Alma es la individualización del espíritu.
Ahora podemos ver con más claridad la diferencia entre ambos estados que forman parte de la misma unidad. La vida inmortal para el Alma y la vida mortal para el cuerpo.
La vida corporal sujeta a las siete leyes del universo: tiene los siguientes comportamientos:
Primera ley, Mentalismo. Todo comienza por la voluntad, por un deseo, por un pulso energético, que iniciará su recorrido hasta la materialización en un cuerpo. Nuestro universo personal depende de nuestros pensamientos, de nuestros sentimientos y de nuestros actos. Tú construyes tu propia realidad.
Segunda ley, Correspondencia. La manifestación del Universo, en todos sus aspectos, es la misma de nuestro cuerpo, la manifestación de nuestro cuerpo, es la misma de un órgano, la de un órgano, es la misma de una célula. Podemos ir hacia arriba o hacia abajo, hacia adentro o hacia afuera, siempre será lo mismo, todo es fractal. Todo lo que sucede en nuestro exterior es el reflejo de lo que sucede en nuestro interior.
Tercera ley, Vibración. Todo principio de existencia es una vibración energética. Nuestro cuerpo es un campo electromagnético en constante vibración, desde su creación hasta su muerte. Todo vibra, vibración alta o baja, pensamiento positivo o negativo, conciencia o inconciencia.
Cuarta ley, Polaridad. Todo es doble, todo tiene dos polos; los semejantes y los antagónicos son lo mismo. Los extremos se tocan; día/noche; calor/frió; bueno/malo, este/oeste, hombre/mujer, calor/frío, etc. Todo tiene su ciclo, cuando se llega a un extremo, el otro vuelve a comenzar. Nunca podremos ser felices en un mundo material, sin tener espiritualidad, y no se puede ser espiritual sino se tiene orden en el mundo material. Los dos extremos necesitan ser conciliados para lograr una vida armoniosa y equilibrada.
Quinta ley, Ritmo. Todo fluye y refluye; todo tiene sus períodos de avance y retroceso, todo asciende y desciende. El universo todo, tiene su ritmo, las actividades, los trabajos, las relaciones humanas también tienen su ritmo y tienen su ciclo. Los momentos de felicidad o de éxitos no son permanentes, tarde o temprano nos llevarán a retroceder para luego volver a comenzar, los latidos del corazón, la respiración, todo tiene su ciclo.
Sexta ley, Causa Efecto. Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa. Todo sucede de acuerdo a la ley, el azar, la suerte y la casualidad no existe, ni tiene sentido. La vida es un resultado de (Pensamiento, Sentimiento y Actitud). Como vives el presente será el resultado del futuro. Todo lo que vivimos en el presente lo hemos creado en el pasado, conciente o inconciente, en esta o en otras vidas. Se les llama Karma a las deudas que tenemos de otras vidas y se le llama Darma a la recompensa que recibimos por nuestras buenas obras del pasado, “lo que siembras cosechas”.
Séptima ley, Generación. El género existe por doquier; todo tiene su principio masculino y femenino; el género se manifiesta en todos los planos. Nada puede generarse sin que el principio madre-padre se encuentre presente. No tiene nada que ver con el sexo. Todos somos portadores de energía masculina y femenina. La energía Yin o femenina es receptiva, imaginativa, germina, crea, reproduce. La energía Yang o masculina, es dinámica, activa, estimula, siembra y dirige, es agresiva y regula la capacidad de dar.
En resumen, la triada “cuerpo físico, cuerpo emocional y cuerpo mental”, estará siempre siendo afectada por estas siete leyes.
Quiero hacer énfasis a las que más nos afectan:
La Polaridad: como bien se ha explicado, la polaridad son dos puntas del mismo cordón, son las dos caras de la misma moneda, sólo se diferencia en su grado de vibración. Recordemos que toda creación, desde una onda hasta la materia es una vibración energética.
Si ponemos un ejemplo de la vida cotidiana, sería: La culpa: polo relacionado con lo negativo, la angustia, el dolor, la tristeza, etc. Su polo opuesto seria “el perdón” y está relacionado con lo positivo, la compasión, la indulgencia, etc. Su naturaleza es “la aflicción” y su equilibrio sería “la aceptación”.
Otro ejemplo: El miedo: polo relacionado con lo negativo, el temor, la ansiedad, el pánico, etc. Su polo opuesto sería “el atrevimiento” y está relacionado con lo positivo, la osadía, el valor, la valentía, etc. Su naturaleza es “la aflicción” y su equilibrio es “la confianza”.
Si entendemos que la vida funciona de esta manera (en polaridad, con tiempos cíclicos) y que es completamente normal en la naturaleza, en los animales, en las plantas. Si comprendemos que lo bueno y lo malo es lo mismo, que sus estados son cíclicos. Cuando termina uno comienza el otro. Si comprendiéramos todo esto, no deberíamos complicarnos la existencia, ni sufrir por lo negativo. Así lo hacen los pájaros, los animales, no sufren por que llega la noche, se van a dormir y punto. No sufren por que llega el invierno, esperan la primavera. Esperan pacientemente que termine un ciclo para que de comienzo a l otro. Pareciera que los animales y los pájaros son más inteligentes y conscientes que los seres humanos, “no sufren”.
La Vibración: como bien se ha explicado, nuestro cuerpo es un campo electromagnético en constante vibración.
Cuando estamos en un estado negativo (frecuencia vibracional baja), todo nuestro cuerpo se reciente, perdemos fuerza, concentración, nos desorientamos, etc. Dicho de una forma muy familiar “estamos en mala onda”. Esta baja de frecuencia es muy dañina para la salud y para nuestro comportamiento en general. Lo podemos comprobar con una pena o un dolor.
Cuando estamos en un estado positivo (frecuencia vibracional alta), todo nuestro cuerpo se siente bien, cambia nuestro estado de ánimo, nos sentimos livianos, alegres, etc., “estamos en buena onda”. Lo podemos comprobar con la alegría, la felicidad, el amor, etc.
Esta vibración buena o mala, estará acondicionada simplemente a nuestra percepción sensorial y nuestra percepción señorial estará acondicionada a nuestra consciencia y conocimiento con respecto a la vida y a su funcionamiento bajo las leyes universales y Divinas.
La vida Espiritual sujeta a la Divinidad: tiene los siguientes comportamientos:
Pertenece al Alma: el Alma es la individualización del espíritu, el espíritu por ser parte de la divinidad es “vida pura”. No tiene tiempo ni espacio, existe sólo en presente, no tiene dualidad, es la “realidad pura”. Al ser vida inmaterial, no tiene las leyes que afectan a la materia. Está afecta a la voluntad de Dios. Ahora podemos entender la importancia de la conexión con el Alma o el Espíritu. Son los únicos medios que nos relacionan con la pureza, es la voluntad Divina “es Dios”.
Pertenece a la Conciencia: Podemos decir que la conciencia es la capacidad de discernir con respecto a un determinado hecho. Aquí estamos hablando de una apreciación “mental”.
La Consciencia “con s”. Es nuestra capacidad de discernir con respecto a la vida inmaterial. Saber quién soy en cuerpo y espíritu, esa es la Consciencia que debemos experimentar.
En este estado de consciencia, el tiempo sólo existe en estado presente, (toda la vida o existencia está ocurriendo al mismo tiempo). Aquí no existe juicio, valoración, racionalidad, no existe pasado ni futuro. Todo es momento presente y “puro”. Sólo existe la paz. Tal vez aquí están los estados que tanto buscamos “la Verdad y la Realidad”. Para llegar a este estado la mejor herramienta y la más efectiva es la meditación.
Pertenece al Amor: El Amor tiene infinitas definiciones, infinitos interpretes. Es tan infinito como el universo. Es el origen del universo.
El amor, es la fuerza vital que permite utilizar todos los sentidos al mismo tiempo, es un perfecto equilibrio y armonía para alcanzar la plenitud de la vida “inmortal y mortal”. Es la conexión a la fuente Divina que nutre todas las necesidades físicas y espirituales.
El Amor no está fuera de nosotros, sino dentro de nosotros, es una vibración, quizás la más sutil de todas, tal vez es la vibración que da la existencia a toda la creación. Sin esta vibración dentro de nosotros no podemos percibir el amor que está afuera.
El amor está en toda la creación, está en cada una de nuestras células, está en todos los reinos de la tierra y en el universo. Al sintonizar esta frecuencia estaremos en condiciones de percibir, y lo más importante, de sentir el amor en todos nuestros cuerpos y de toda la creación.
Con esta explicación, subjetiva por lo demás, basada en nuestra forma de ver y experimentar la vida (desde un punto de vista energético), con resultados extraordinarios y lo más importante llenos de Amor, queremos compartir con todas las personas que quieran abrir su corazón para percibir la “vida eterna”.
Para concluir y responder a las preguntas del comienzo: por qué vivimos, de dónde venimos, por qué estamos aquí, qué hacemos aquí y a dónde vamos. Bastará con tomar conciencia de nuestro cuerpo físico y su comportamiento afecto a las leyes universales y bastará también con tomar consciencia de nuestro cuerpo espiritual afecto a la ley Divina.
“Que Dios los bendiga y los llene de Amor”
Juan Reyes