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Otras funciones hepáticas

 

Una de las funciones hepáticas más importantes consiste en producir bilis, de unos 500 a 1.000 ml al día. La bilis es un líquido espeso de color verde/amarillento, marrón o verde y es alcalino (lo contrario del ácido) y tiene un sabor amargo. Sin la bilis necesaria, la mayoría de los alimentos más comunes que ingerimos permanecerían sin digerir o se digeriría sólo en parte.

 

Para que el intestino delgado digiera y absorba la grasa y el calcio de los alimentos, estos alimentos deben mezclarse previamente con la bilis. Si la grasa no es absorbida adecuadamente, significa que la secreción biliar es insuficiente.  Las grasas no digeridas permanecen en el tracto intestinal, y, cuando llegan al colon junto con otras sustancias de desecho, las bacterias descomponen parte de la grasa en ácidos grasos, o bien se excretan con las deposiciones. Puesto que la grasa es más ligera que el agua, las deposiciones que contienen grasas pueden flotar. Cuando la grasa no es absorbida, tampoco lo es el calcio, y la sangre tiene déficit de este mineral y toma el que necesita de los huesos. La mayoría de los problemas de falta de masa ósea (osteoporosis) se derivan, en última instancia, de una secreción biliar insuficiente y de una inadecuada digestión de las grasas, más que de la falta de ingesta de calcio. Pocos médicos son conscientes de esto y, en consecuencia, recetan a sus pacientes complementos de calcio.

 

Además de eliminar las grasas de nuestros alimentos, la bilis elimina las toxinas del hígado. Una de las funciones menos conocidas de la bilis, aunque extremadamente importante, es limpiar los intestinos. Además, estimula el peristaltismo intestinal, responsable de una evacuación sana y regular. Un peristaltismo poco dinámico causa estreñimiento.

 

Cuando los cálculos del hígado o de la vesícula impiden en gran medida el flujo biliar, las deposiciones pueden adquirir un color castaño, naranja-amarillo o pálido como la arcilla, en vez de tener su habitual color marrón verdoso.

 

Los cálculos son consecuencia directa de una dieta y un estilo de vida poco saludable. Si los cálculos persisten en el hígado o en la vesícula, incluso después de haber eliminado todos los demás factores que generan esa dolencia, llegan a suponer un riesgo importante para la salud y pueden provocar enfermedades y un envejecimiento prematuro. Por esta razón, se destaca la cuestión de los cálculos como uno de los mayores factores de riesgo o causas de enfermedades.

 
 
 
Fuente:
Los secreros eternos de la salud, Andreas Moritz, Medicina de vcanguaria para el siglo XXI, 2008.
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